ZIRYAB Y LA LLEGADA DE LA MÚSICA ÁRABO-PERSA

En el año 822 llega a Córdoba Abu al Asan Ali ibn Nafeh, que pasaría a la posteridad por su apodo Ziryab, “mirlo negro”, según algunos por su aspecto físico, según otros por la belleza de su canto. Nacido en la lejana Bagdad, por entonces la corte del mítico califa Harun al Rasheed, se ignora con certeza la razón de su huida aunque entre las explicaciones más repetidas está la de un conflicto de egos con su maestro y mentor, el músico Ibrahim Al-Mawsili, creador de la primera escuela de canto, música y declamación de la corte abbasí.
            
En Córdoba fue recibido y patrocinado por el recien ascendido al trono Abd-el- Rahman II, emir de la dinastía de los omeyas. El instaurador de la misma, su bisabuelo homónimo, también era un fugitivo que llegó a Al Andalus, aunque en este caso para salvar su propia vida. La dinastía era de origen árabe, pero alcanzó la cima de su poder tras arrebatarle a los bizantinos la esplendorosa Damasco, donde pusieron el trono de un califato que acabaría dominando millones de kilómetros cuadrados. En las pocas décadas que duró el califato, la ciudad permaneció básicamente inalterada salvo en los puestos ocupados por la élite árabe recién llegada, algo muy parecido a los primeros años de dominio musulman en Hispania. Por tanto, cuando Abd-el-Rahman I se sentó en el trono cordobés, apenas cuarenta años después de la conquista completa del reino visigodo, su dinastía siguió reinando, como en el pasado, sobre una masa de población no árabe y no musulmana, y cuyas tradiciones culturales y musicales estaban más próximas a lo romano y lo griego que a lo árabe.
            
Tal estado de cosas cambió con la llegada a Córdoba de Ziryab, como había cambiado una generación antes con el auge de Al Mawsili en Bagdad. Ambos artistas no eran ni árabes ni greco-bizantinos sino persas, aunque en el caso del primero se especula también que pudiera ser kurdo. En todo caso eran importadores a la corte abbasí de los modos y costumbres de la Persia sasánida recién conquistada, y como suele suceder cuando una potencia domina a otra culturalmente superior, el substrato acabó por emerger hasta hacerse dominante. Del mismo modo que en el siglo anterior las artes omeyas habían prosperado en un clima cultural greco-bizantino, las artes abbasíes lo harían en un entorno pérsico. Cuando “el Mirlo” llegó a la corte cordobesa se produjo una inyección cultural orientalizante que cambió la música culta andalusí para siempre.
            
Ziryab trajo nuevos instrumentos (como la adición de una nueva cuerda entre la segunda y la tercera del laud) y nuevos métodos de enseñanza musical, pero su aportación más importante fue la importación y posterior desarrollo de la nawba que había sido creada en la Bagdad califal. La nawba era una larga y compleja obra musical de varias horas de duración cuyo contenido ponía en relación la belleza y la sensualidad con el poder de Alá y se llegaron a componer una para cada hora del día.
            

Su estructura era similar en cuanto a complejidad a una sinfonía pero con partes diferenciadas e independientes que en ocasiones se interpretaban aisladamente. La obra arrancaba con una parte instrumental de estilo libre donde se exponían los modos y melodías que anunciaban los temas principales. A ésta seguía otra pieza instrumental en ritmo fijo que daba soporte a cinco canciones cantadas por un coro que las interpretaba en heterofonía, produciendo un resultado complejo y barroco. Las voces eran acompañadas por laúdes, flautas, timbales, panderos, rabeles...
            
Todo este proceso académico de estilización y complejización musical con unas herramientas y modos que son importados de un área extramediterránea como lo era la cultura persa, se mueve en paralelo al corpus de la música popular andalusí. Por más que el éxito de Ziryab y su música fuese clamoroso, es muy probable que esas monumentales nawba apenas pisasen el suelo de la calle, como concubinas de un hombre celoso, y del mismo modo que en la Europa del siglo XVIII el pueblo no estaba al tanto de los “hits” de Bach o Haëndel en las cortes europeas, la mayor parte de la población andalusí, cuya cultura muy seguramente no había abandonado la raíz romance, se mantenía de espaldas a dicha revolución.
            
No obstante con el paso de los siglos, y en especial durante la época de los reinos de taifas, se acabaron por fusionar ambas fuentes, especialmente en el momento en que la moaxaja empezó a ser pieza cantada. De este modo, algo de los modos originales de la musica popular sobrevivió en el nuevo corsé estructural e instrumentístico de la música culta.
            
¿En qué medida esta nueva música se derramó de arriba a abajo para ser adoptada en contextos más populares? Es difícil determinarlo. En manifestaciones musicales actuales como los verdiales vemos orquestas cuya sonoridad deriva de instrumentos lejanamente emparentados con los de la época de Ziryab, pero lo cierto es que buena parte de la música española posterior al siglo XV es deudora en tal aspecto: Guitarras, vihuelas, rabeles... Además, las coplas cantadas por las pandas son fandangos, con estructura métrica romance y en tonos musicales que encajan bien en la escala musical occidental.


Se sabe que el primer arzobispo de la Granada reconquistada, fray Hernando de Talavera, promovió en la Alta Andalucía la recuperación de las expresiones musicales de origen pagano como contrapeso al rigorismo musulmán ¿podrían los verdiales ser uno de los productos de esa revitalización? Pudiera ser, pero en todo caso nada de la música culta andalusí parece haber sobrevivido en la música popular andaluza a excepción de, quizás, algunos instrumentos y el carácter interpretativo. Respecto al flamenco, como después veremos, es cierto que las grandes cunas flamencas coinciden en ser reconocidas morerías en los tiempos de reubicación de los moriscos durante el siglo anterior a su expulsión, y que buena parte de los modos musicales de éste son de carácter oriental y que se encuadran mal en el sistema musical de occidente, pero ya vimos que desde un principio la música popular hispanorromana primero, mozárabe después, y quizás mudéjar y morisca finalmente, estaba aquejada de influencias orientales desde un principio: Lo griego, lo hebreo, lo bizantino...

1 comentario:

  1. حسب بعض آلبآحتين في ميدآ آلمسيقة وتريخ مسيقة آلفلآمنك،آن بعض آلآوتآر فيهآ، لهآ آصل شرقي آو عربي بصفة خآص

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